viernes, 18 de mayo de 2007

La 1º Historia

Hace un tiempo atrás, más bien hace algunos años, trabajé en una oficina muy particular. Creo que con mi historia muchos se van a sentir identificados y recordarán muchas cosas, ya que en esta oficina ha trabajado mucha gente.

De partida, la oficina estaba en un edificio muy bonito, en el sector de la plaza Pedro de Valdivia. Pero la oficina, pese a estar en un edificio ideal, con el que cualquier arquitecto sueña (antiguo, iluminado, etc.) estaba en realidad, en el zócalo, en las antiguas bodegas del edificio. Los diferentes box de trabajo eran las que antes habían sido las piezas. Como era un edificio antiguo, tenía la nobleza de tener piso de parquet y ventanas superiores. Pero irremediablemente era un subterráneo, con poca iluminación y ventilación. Las piezas eran de un porte relativamente pequeño, con un pasillo central. Éstas, eran llamadas las galeras…

El lugar no era lo peor, para nada por cierto. Sino que el trabajo en general era muy mal remunerado, los plazos al límite, cero intensión de conformar un grupo de trabajo estable, y estar, todo el tiempo, en una especie de economía de guerra, en todo sentido.
El café era marcado, para ver cuanto se consumía, Internet era exclusivo de una persona en la oficina, o sea para mandar una mail (por trabajo) había que hacer fila, los computadores no tenían lectores de CD ni disquetera, para que la información no fuera “sacada” de la oficina, había quejas por el excesivo gasto de confort, etc.
Además te hacían sentir todo el rato que eras prescindible y lo peor, es que pese a que todas las personas desarrollaban proyectos, no estaban incluidos en ninguna parte. Eras el que hacía todo, pero un ente a la hora de los créditos.

A mí, en lo personal, me causaba mucha risa, era como estar en la oficina de hermosilla y quintanilla en versión empresa privada. Unos que se reían de la situación, otros odiaban todo el rato, estaba el típico chupamedia que me imagino que aun está.

Pero lo que no me causaba nada de risa, era el mal trato que recibían algunas personas. Todos nos tomamos las cosas de diferentes sentidos, con humor, con rabia, con bronca, etc. Pero ante ciertas cosas uno no puede, sino tomarlo como un abuso. Había gente que trasnochaba para concursos o entregas, siendo super correcto en cumplir con el trabajo, por una miseria (si es que te pagaban), y que en la mañana recibían puras malas caras, críticas en tonos más bien elevados, y en general puras quejas, como que si el que desarrollaba, era el culpable de todo, y el dueño de la empresa brillaba por su ausencia y falta de apoyo a la hora de diseñar. En general, yo creo que nadie espera, que te aplaudan por la pega, lo que corresponde es hacerlo bien, pero otra cosa es que te traten pésimo, con un trato indigno, y que no te paguen lo trabajado o pactado.
Me imagino que mientras leen, muchos ya saben de que oficina estoy hablando, si, Crisosto Smith (gran escuela….solamente para tener experiencia en la vida)

En todo caso no todo era malo, lo bueno era que había un sentimiento de solidaridad de los trabajaban ahí, los que llevaban mucho tiempo, o los que estaban una semana. Como era tan chanta el ambiente, entre todos nos reíamos de la situación. Es más, aún muchos años después cuando me encuentro con gente que coincidimos en ese periodo, hay una especie de complicidad.
Espero que la gente que ahora está ahí, esté en mejores condiciones. Me contaron que a la oficina le hicieron una remodelación, y quedó bastante decente…. Pero como muy bien dice el dicho, aunque la mona se viste de seda, mona queda.

PD: nunca pude entender, porque Don Andrés era llamado “el papá”, como si fuera papá de todos los que trabajábamos ahí.

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